Soy Álvaro, que gusto conocerte. Regularmente después de decir ni nombre debo aclarar cómo debe pronunciarse (por lo menos en Estados Unidos, sí), acompañado de una cara de sorpresa cuando descubren que mi apellido es Álvarez. Mi nombre completo es Álvaro Andrés Álvarez Bustamante y soy artista visual. Nací en San Diego, California y crecí en Tijuana, México, lo cual me convierte en un “Border Boy” como millones por estos rumbos. Esto significa que mi vida esta entrelazada en ambos lados del muro fronterizo que divide a México y Estados Unidos.

Durante mi adolescencia, aprendí a dibujar retratos y paisajes; esto fue mi entrenamiento de arte clásico en la Gran Recesión, en el desierto de California llamado Hemet. Debido a la presión económica de aquel momento para estudiar una buena carrera, hice la mayor cantidad de actividades sobresalientes que pude: atletismo, fundé un programa de tutelaje académico, e incluso participé en política educacional. A los 16 años, fui unos de los candidatos considerados para unirse al Consejo Estatal de Educación de California (CSBE en Inglés), lo cual me permitió presentar reformas y propuestas legislativas a senadores en Sacramento y en mi propio distrito escolar. No hace falta decir que cuando por fin terminé la carrera en el 2015, tenía unas ojeras que se extendían hasta mi sonrisa. Aunque estaba exhausto, inmediatamente días después de la ceremonia de graduación me mudé con muchas ganas a la ciudad de Nueva York para comenzar mi trabajo soñado de aquellos tiempos, diseñando hoteles en el despacho de Rockwell Group.

Después de haber completado uno de mis proyectos más grandes, la torre de 15 Hudson Yards en Manhattan, reflexione sobre mi desempeño aquellos últimos años y concluí que triunfe en ese trabajo no por tener algún talento o carisma particular, sino por mi voluntad para aprender y adaptarme (lo que explica también los logros previos en diferentes campos). Al cerrar el capítulo en Nueva York, entendí que mi pasión por la arquitectura era por su posibilidad de crear mundos y espacios ilimitados, y no por su construcción o gestión (aunque fue divertido).

Fue así como después de brevemente sobre-pensar las cosas, nació la idea de emprender mi propio negocio para inmediatamente poner en marcha mi plan: comencé a tomar clases de arte en universidades locales, publique un libro de arte junto colegas y artistas locales, y habilite un pequeño pero próspero estudio de arte en mi departamento; y a pesar de la pandemia COVID-19 mi nueva carrera como artista tomó vuelo y poco a poco mi práctica fue creciendo.

Por años viví una vida rápida y furiosa, y gracias a la ayuda de muchos y después de haber hecho cambios positivos, ahora aspiro a tener una vida balanceada y estable, tal como una tortuga. Así que como dicen en Italia, “chi va piano, va sano, e va lo gano.” Estoy emocionado por mostrarles mis obras y por favor no duden en contactarme si tienen alguna pregunta, comentario, o solo para decir hola. Les deseo mucha salud y bienestar.

Con Mucho Amor, 

Alvaro

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