Dicen que el brunch no resuelve todo…
Pero si vienes a Santo Brunch, puede que se te olvide lo demás.
En la Plaza Alameda Otay, un rincón encantador se ha ganado el corazón —y el apetito— de los tijuanenses. Se llama Santo Brunch y desde las 8 de la mañana, todos los días, está sirviendo felicidad en platos bien servidos, con pan recién horneado, mimosas que suben el ánimo y un ambiente que te hace suspirar: aquí, el brunch sabe mejor.
El brunch, elevado al cielo (literalmente)
En Santo Brunch, cada detalle está pensado para que vivas una experiencia completa: estética cálida, servicio amable, sabores memorables y una carta que mezcla lo clásico con lo inesperado.
¿Chilaquiles? Sí, pero con camarón, birria o chipotle.
¿Toast? Uno con salmón y aguacate que enamora a quienes prefieren lo healthy sin sacrificar sabor.
Y para acompañar: mimosas de frutos rojos, café con leche o lo que el antojo dicte. Porque en Santo Brunch, el placer no se negocia.
Pan artesanal: el alma del brunch
Aquí, el pan no es un acompañante. Es protagonista.
Cada bocado tiene el sello de 15 Piedras, una panadería artesanal local que aporta sabor, textura y esa sensación hogareña que hace del brunch algo sagrado.
“No hay brunch sin un buen pan” dicen ellos, y tienen razón.
Es esa combinación de calidad, frescura y cariño en cada plato lo que convierte a Santo Brunch en un lugar que te abraza desde la primera mordida.
Ambiente bonito, comida rica y precios que no asustan
Santo Brunch se ha vuelto el brunch favorito de muchos por algo muy simple: es honesto, sabroso y bonito.
Tiene ese encanto que te hace querer volver, ya sea con tus amigas, en pareja, con tu mamá… o tú solito para consentirte.
¿Team mimosa o café con leche?
En Santo Brunch hay espacio para ambos equipos.
Aquí, el brunch no es una moda: es una forma de empezar bien el día, de hacer una pausa, de celebrar lo cotidiano.
Con platos servidos con amor, bebidas que fluyen con gusto y un mood que te hace sonreír, el brunch aquí se vuelve un ritual delicioso.
